viernes, 22 de enero de 2016

INTERNET EN LA EDUCACIÓN
Internet
Es indudable el uso, cada vez mayor, de Internet en la sociedad actual. Es sin duda, la tecnología más moderna del siglo XX, al promover un intercambio de información constante e inmediata en todo el mundo. Este avance tecnológico ha generado una nueva visión de la sociedad porque se han eliminado las barreras de tiempo y espacio entre los hombres, y porque ahora la comunicación entre ellos es inmediata e instantánea. Internet no es más que una red de computadoras que contiene un grupo muy grande de recursos de información y que hoy cuenta con muchos millones de usuarios conectados a ella, esto es lo que se conoce como la autopista de la información. Los servicios más utilizados de Internet son el correo electrónico y de la Web, a pesar de que hoy en día existen muchas aplicaciones. Un aspecto importante de resaltar es que Internet es una red que no le pertenece a ninguna persona, organización, empresa o gobierno y, por tanto, es un patrimonio de la humanidad.
Debilidades de Internet en la educación
Sin embargo, hay dos debilidades que destacan algunos autores, que, en mi opinión, deben ser consideradas y solucionadas. Una se refiere al hecho de que a pesar de que los estudiantes sienten una alta motivación para utilizar las TIC, se necesita cierta preparación en las destrezas básicas que se requieren para explorar el ambiente de aprendizaje en Internet. De hecho se espera que los estudiantes desarrollen destrezas cognitivas elevadas como la negociación de significados, el análisis y la meta-cognición, pero sin estar debidamente entrenados en destrezas de bajo nivel como el uso de computadoras, navegación y búsqueda en la Web. La otra desventaja tiene que ver con la búsqueda de la información deseada, pues podría perderse mucho tiempo por el exceso de información disponible, falta de método en la búsqueda y, quizás lo más importante por la presencia de informaciones no fiables, equivocadas, parciales u obsoletas.


Diseño de páginas Web en el contexto educativo
La asignación de diseñar una página Web es un ejemplo del uso de Internet en el campo educativo. Al ser un diseño, éste debe considerarse como un sistema instruccional, en el sentido de promover experiencias estructuradas para lograr la interacción y la interrelación de los estudiantes y sus profesores. El diseño debe tomar esto en cuenta, a fin de lograr los objetivos específicos, pero debe estar organizado de manera muy dinámica como un todo. Por esta razón, es necesario que el instructor, o diseñador, reconozca la importancia del diseño instruccional a la hora de implementar esta tecnología y que se asegure de que el ambiente de trabajo se diseñe teniendo como base una teoría de aprendizaje.
El uso de Internet en la Educación
Las tecnologías de la información y comunicación (TIC) han adquirido gran relevancia, principalmente a partir del amplio uso de la red Internet, siendo el educativo uno de sus más importantes campos de acción. Las TIC tienen como base la información y han hecho que el usuario pase de tener el papel de receptor pasivo de un mensaje, a tener un papel activo, donde él decide la secuencia de la información y establece el ritmo, calidad, cantidad y profundización de la información que desea. Esto es, realmente, un gran avance que debe ser aprovechado en el hecho intruccional.
Fortalezas de Internet en la educación
En mi opinión, lo expresado por Thayer (2004), recoge de una manera sucinta las ventajas de la influencia que las TIC tienen en la educación. Sostiene este autor, que las TIC adquieren enormes implicaciones para todos los estudiantes de todas las disciplinas. Ponen el mundo al alcance de la mano y proporcionan un aprendizaje sin fronteras, sin límites. Además, Internet permite a los estudiantes trabajar en colaboración y de manera interactiva con otros estudiantes en aulas diseminadas por todo el mundo, contribuyendo así, a la integración de experiencias de aprendizaje y proporcionando un clima para descubrir y compartir nuevos conceptos e ideas, al mismo tiempo, que las aulas se convierten en centros de educación internacional.

Marqués Graells (2004), también menciona algunas ventajas del uso de las TIC en la educación. Ellas son: (a) es de alto interés y motivación para el estudiante, (b) la interacción promueve una actividad intelectual, (c) desarrolla la iniciativa, (d) la realimentación promueve el aprendizaje a partir de errores, (e) hay mayor comunicación entre los profesores y los alumnos, (f) es un aprendizaje cooperativo, (g) hay alto grado de interdisciplinaridad, (h) contribuye a la alfabetización informática, (i) desarrolla habilidades de búsqueda y selección de la información, (j) mejora las competencias de expresión y creatividad, (k) permite el fácil acceso a mucha información y de todo tipo, y (l) los programas informáticos permiten simular secuencias y fenómenos (físicos, químicos y sociales)que ayudan a comprenderlos mejor.

Por la revisión bibliográfica realizada, deduzco que la teoría que parece sustentar el diseño de ambientes tecnológicos a través de Internet es la constructivista. Esto debido a que parece haber coincidencia en percibir a esta teoría como la más apropiada para generar ambientes menos rígidos, menos secuenciales y menos directivos.
Conclusión
Finalmente, considero que el uso de las TIC en educación es algo muy importante que nos está llegando y que presenta tanta ventajas que hacen ineludible su incorporación al proceso educativo. Una prueba de ello es este curso sobre las TIC. Sin embargo, hay que estar conscientes que existen algunos inconvenientes que deben ser superados a la hora de su utilización para hacerlas más exitosas.




















https://www.youtube.com/watch?v=MDYzhi2NhIw

lunes, 23 de noviembre de 2015




La novela española del 39 al 80. 

Tendencias, autores y obras principales

Las décadas de los 40 y 50 en España coinciden con la denominada “posguerra”, 

una época durísima no solo desde el punto de vista económico, sino también cultural. 

Paradójicamente, tras la derrota del eje fascista en la 2ª Guerra Mundial, el Franquismo 

no es arrastrado por ella sino que se convierte en aliado anticomunista de Estados 

Unidos en la guerra fría, lo que perpetuará el sistema. El panorama cultural era más bien 

desértico, dado que gran parte de la intelectualidad se había visto obligada a exiliarse y 

que la censura que imponía la Iglesia y el gobierno eran severas. No obstante, desde los 

férreos años 40 hasta los 60 se ve una progresiva apertura que permitirá la expresión 

más o menos crítica de sucesivas generaciones de autores.

A partir de los años 50 va a surgir una nueva generación de narradores, denominada

“Generación del medio siglo”, “de los 50” o de “los niños de la guerra”, que se sienten 

algo más libres para expresar cierta crítica sobre la realidad social. Con una estética 

realista, influidos por la “nouveau roman” francesa y el conductismo norteamericano, 

van a dar lugar a los que se llamó el “realismo social”. Serán novelas donde el narrador 

desaparece y cede su papel a los personajes. De tramas intrascendentes, pero 

concentradas en el tiempo, su intención crítica se resume en poner el foco, como lo 

haría una cámara, en realidades marcadamente injustas. Aunque difíciles de distinguir 

en la práctica, se suele hablar de dos corrientes dentro de esta escuela. Una primera sería 

el objetivismo (también neorrealismo), de la que “El Jarama”, de Rafael Sanchez 

Ferlosio sería el mejor exponente. En ella asistimos a la fragmentaria recreación de una 

merienda en el río de un grupo de jóvenes. Lo trivial de sus conversaciones emerge 

como crítica a la adormecida sociedad española que 20 años antes había luchado 

ferozmente en esas mismas orillas. Otros títulos importantes son “Tormenta de verano”, 

de Juan García Hortelano, “Entre visillos”, de Carmen Martín Gaite o los cuentos de 

Ignacio Aldecoa. La otra versión de realismo social, el llamado “realismo crítico”, 

ofrece una expresión más cruda de la realidad.

Quizá por su carácter proteico, por servir de cauce a la expresión de la épica 

cotidiana del hombre actual, la novela se ha convertido en el objeto de consumo 

dominante de la literatura hoy en día. En esta segunda mitad del siglo XX hemos 

asistido a un viaje desde el realismo a la experimentación para volver a un realismo 

distinto, menos crítico y más íntimo, que ha enriquecido sin duda al género. Por calidad 

y cantidad de autores y obras, podemos afirmar que estamos en un momento de mucha 

vitalidad y de él debemos disfrutar.
El teatro de 1900 a 1936


Este periodo histórico, muy convulso desde el punto de vista político y social, en el que 

se vivió el final de la denominada Restauración, la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda 

República y que terminó trágicamente con la Guerra Civil, es también uno de los más 

fructíferos de nuestras letras, hasta el punto que se suele aludir a él como la “Edad de Plata”. 

Ello es sin duda así en la novela y en la poesía, pero el teatro no vivió un esplendor igual. La 

crítica coincide en señalar que frente a la vitalidad del género en cuanto a cantidad y 

variedad, la calidad fue más bien escasa. 

Se suele indicar la existencia de dos grandes formas de teatro. Por un lado el que 

triunfaba en los escenarios: repetitivo, convencional, nada arriesgado, acrítico, dirigido a un 

público burgués que no estaba dispuesto a escuchar conflictos demasiado desagradables. 

Frente a él, hubo un teatro innovador, de calidad y transgresor, pero que no encontró más 

lugar de representación que las salas minoritarias y el rechazo del gran público.

Al primero pertenece Jacinto Benavente, el mejor representante de la comedia burguesa: 

dramas bien construidos, de diálogos ágiles pero sin conflictos de verdadera tensión. Pese al 

éxito que cosechó, hoy apenas se recuerdan de él piezas como “Los intereses creados” y “La malquerida”.
Este periodo histórico, muy convulso desde el punto de vista político y social, en el que 

se vivió el final de la denominada Restauración, la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda 

República y que terminó trágicamente con la Guerra Civil, es también uno de los más 

fructíferos de nuestras letras, hasta el punto que se suele aludir a él como la “Edad de Plata”. 

Ello es sin duda así en la novela y en la poesía, pero el teatro no vivió un esplendor igual. La 

crítica coincide en señalar que frente a la vitalidad del género en cuanto a cantidad y 

variedad, la calidad fue más bien escasa. 

Se suele indicar la existencia de dos grandes formas de teatro. Por un lado el que 

triunfaba en los escenarios: repetitivo, convencional, nada arriesgado, acrítico, dirigido a un 

público burgués que no estaba dispuesto a escuchar conflictos demasiado desagradables. 

Frente a él, hubo un teatro innovador, de calidad y transgresor, pero que no encontró más 

lugar de representación que las salas minoritarias y el rechazo del gran público.

Al primero pertenece Jacinto Benavente, el mejor representante de la comedia burguesa: 

dramas bien construidos, de diálogos ágiles pero sin conflictos de verdadera tensión. Pese al 

éxito que cosechó, hoy apenas se recuerdan de él piezas como “Los intereses creados” y “La 

malquerida”.
La Generación del 27
El grupo de poetas conocido como Generación del 27 protagoniza uno de los momentos 


más valiosos de nuestra historia literaria, conocido como Edad de Plata. Como siempre, el 



concepto de “generación” hay que tratarlo con cautela, ya que cada uno de sus miembros 



posee gran singularidad, sin embargo hay que reconocer algunos hechos y rasgos que los 



vincularon. Son poetas de parecida edad, nacidos todos entre 1890 y 1900, que compartieron 



no solo amistad, sino en muchos casos domicilio en la famosa Residencia de Estudiantes de 



Madrid. Se dejaron cautivar por el impulso renovador de las Vanguardias, principalmente el 



Futurismo y el Creacionismo, y que luego descubrieron en el Surrealismo un liberador cauce 



de expresión ya nada frívolo. En 1927, el homenaje al tercer centenario de la muerte de 



Góngora sirvió como momento fundacional y les dio el nombre con el que pasarían a la 


Historia de la Literatura.


En definitiva, se trata de un grupo de poetas de enorme talento (solo hemos podido



detenernos en los más importantes, aunque hay otros interesantes como Manuel 



Altolaguirre, Juan Larrea o Emilio Prados), que vivieron con igual pasión el 



deslumbramiento por las novedades vanguardistas como el culto por la poesía clásica. Entre 


todos ellos llevaron a la poesía española a una de sus más altas cimas.
Novecenstismo (o Generación del 14)

Bajo este rótulo se conoce un movimiento cultural formado por autores nacidos en 



los años 80 del s. XIX, que buscan reafirmar lo propio del nuevo siglo XX rechazando 



lo característico del anterior: romanticismo, realismo e incluso el modernismo.



Defienden el arte puro,



que Ortega llamará deshumanizado, desprovisto de sentimentalismo, autónomo, válido 



por sí mismo. Un arte que será además minoritario, dirigido a una élite que lo 



comprende y disfruta, lejos del arte para el gran público que fueron el romántico y el 



realista. Poseen, por último, un estilo cuidado, elegante, que busca la “obra bien hecha”, 


con un lenguaje pulcro y riguroso, sin dejar por ello de ser brillante.


En definitiva, podemos considerar el Novecentismo como un movimiento inaugural 



de lo específico del siglo XX, quizá sin figuras de primer orden, salvo el inclasificable 



Juan Ramón, con más brillo por su esfuerzo teórico que por sus frutos literarios. A 



caballo entre el 98 y el 27, un poco oscurecido por ambas, sentó las bases de lo que será 


nuestra época contemporánea.